El niño (a) aprende
de manera rápido a controlar su desarrollo lingüístico desde sus primeros meses
de vida a través de los sonidos, como lo es la voz de la mama, provocando en el
niño (a) movimientos corporales como respuestas a dichos sonidos, así también
su comprensión a dichas palabras como
por ejemplos balbuceos, fruncir el ceño cuando se le regaña, llorar, entre
otras.
El infante puede
llegar a imitar sonidos juntándolos, y así crear sus propios sonidos. A medida
que va creciendo aprende a identificar partes de su cuerpo y al mismo tiempo va
soltando palabras incompletas, pero que se entienden, además es capaz de
obedecer instrucciones simples. De acuerdo a su crecimientos se desarrolla las
habilidades del lenguaje, es por eso que los mayores de dos años gozan de la
lectura de un cuento, de la figuras de las imágenes sencillas de un libro. Se
relaciona con las palabras cotidiana que oye a su alrededor y entiende al llamado
de su nombre; si un niño (a) tiene buena audición al escuchar canciones,
grabaciones o el canto de su madre, producen placer generando reacción en el.
Luego de esto ya es
capaz de comprender y emplear verbos simples y oraciones completas; así como
también cuentan de forma coherente algunas experiencias vividas, su habla es
clara aunque, todavía tiene sonidos mal pronunciados, el ya debe reunir modelos
de palabras que usan los adultos.
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